Abstracto
Papel sinérgico de la alimentación y el estado de ánimo en la conformación del sistema inmunológico.
Shilpee Agrawal
Un exterior sano empieza desde el interior”. La nutrición está estrechamente relacionada con la inmunidad y con el riesgo y la gravedad de las infecciones. Las personas mal nutridas tienen un mayor riesgo de contraer diversas infecciones bacterianas, víricas y de otro tipo. Por el contrario, las infecciones crónicas o graves provocan trastornos nutricionales o empeoran el estado nutricional de las personas afectadas. Una nutrición equilibrada, especialmente en términos de nutrientes esenciales, la ingesta dietética junto con las exposiciones ambientales y las influencias nutrigenómicas, desempeñan un papel sustancial en la capacidad del sistema inmunitario para responder y resolver las agresiones infecciosas. Los nutrientes que apoyan y estimulan el sistema inmunitario se denominan “elementos inmunonutricionales” y pueden consumirse de forma natural en los hábitos alimentarios diarios o enriquecidos o modificados genéticamente. La ingesta insuficiente de nutrientes se produce en personas con trastornos alimentarios, fumadores (activos y pasivos), en personas con abuso crónico de alcohol, en determinadas enfermedades, durante el embarazo y la lactancia y en los ancianos. La deficiencia de nutrientes suprime la inmunidad al afectar a las respuestas de anticuerpos innatas, mediadas por células T y adaptativas, lo que conduce a una desregulación de la respuesta equilibrada del huésped. La nutrición contribuye a las defensas naturales del cuerpo en tres niveles: apoyando las barreras físicas (piel/mucosas), la inmunidad celular y la producción de anticuerpos. Las vitaminas A, C, E y el oligoelemento zinc ayudan a mejorar la función de barrera de la piel. Las vitaminas A, B6, B12, C, D, E y el ácido fólico y los oligoelementos hierro, zinc, cobre y selenio trabajan en sinergia para apoyar las actividades protectoras de las células inmunes. Finalmente, todos estos micronutrientes, las proteínas con la excepción de la vitamina C y el hierro, son esenciales para la producción de anticuerpos. En consecuencia, los efectos de los alimentos sobre el estado de ánimo también se han observado desde hace mucho tiempo, que van desde aumentos en la felicidad, satisfacción y alerta hasta sentimientos de depresión, ansiedad, fracaso y culpa. Se encontró una relación significativa entre un estado de ánimo más positivo y un mayor consumo de fruta.